Los que llegaron a gobernar no llegaron con «chip cambiado»… arrastraron consigo los vicios de los «partidos» de toda la vida que van, desde las ganas de gobernar bien hasta otros que llegaron a intentar robar y quien sabe, lograron algo.
Durante los últimos años, si bien es cierto que se hace política por algunos sectores, por empleos, también es cierto que las direcciones y ministerios han funcionado como «cacicazgos» de quienes dirigen, en su mayoría, salvo raras excepciones.
Cada vez que llega campaña, que es casi todo el tiempo, la presión sobre los servidores públicos (empleados del gobierno) es total, les obligan, en muchos casos, a registrarse en el partido si no lo están y como sea, a aportar en dinero parte de su sueldo para la campaña.
Ese mal funciona así, gobierno tras gobierno y lo bochornoso, es que cuando se accede a uno de estos directores, gobernadores u otro con cargos partidarios excediéndose, aparecen inquisidores de oposición pregonando el mal de ellos y dizque la pulcritud propia, a sabiendas de que eran igual de sucios, menos o más, que los que hoy someten a los empleados públicos al mismo acoso de toda la vida.